Andrea Monserrat Moedano Guerrero


Andrea Monserrat Moedano Guerrero
Introducción:
La educación es el pilar del que la humanidad se ha apoyado para llegar a la escala evolutiva en la que nos encontramos hoy. Sea cual sea, es obvio que la raza humana no habría podido subsistir sin educarse.
Así, las naciones del mundo han adecuado sus sistemas educativos, para que sean capaces de satisfacer las necesidades que el mismo país presenta, preparando a las generaciones más jóvenes para afrontar el futuro inmediato que les tocará vivir.
Sin embargo, algunas naciones enfrentan problemas de ámbito educativo porque los yugos de su pasado continúan presentes en la actualidad. México es uno de los ejemplos más claros.
A lo largo de su historia, el país azteca ha experimentado todo tipo de guerras, invasiones, saqueos, maltratos, que lo han puesto en jaque, dejando a la educación en un segundo plano.
En 2007, los resultados de la prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), aplicada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) a 57 países, revelaron que la mayoría de los jóvenes mexicanos de 15 años no tenían las competencias suficientes en matemáticas, lecto-escritura y ciencias.
Hoy día, en pleno 2019, y con una paz relativa, México no se logra recuperar de todo aquello que aconteció en décadas anteriores.
En el presente trabajo, expondré opiniones personales de acuerdo a aquellos momentos que marcaron la historia reciente de México, de los estragos que ocasionaron y de las experiencias que dejaron; relacionándolo siempre con el ámbito educativo.
Las etapas de la historia que presentaré son las siguientes:
·       Revolución mexicana,
·       años postrevolucionarios,
·       centralización educativa,
·       milagro mexicano,
·       descentralización educativa y
·       sindicalismo mexicano.
¿Por qué México no es una potencia educativa como lo son Japón y los países nórdicos? ¿Por qué la población mexicana casi siempre se ve envuelta en oleadas de crimen, mediocridad y  estancamiento económico? ¿Acaso todos los problemas de México tienen que ver con la mala educación que hemos recibido desde tiempos inmemorables?
Desarrollo:
La educación es de suma importancia. Nos encontramos viviendo en un mundo cada vez más exigente y globalizado, es por eso que estudiar, se puede convertir en una carta a jugar para tener un mejor futuro y condiciones de vida estables.
En México hay un sinfín de escuelas, y, constitucionalmente, la educación es laica y gratuita, sin embargo, gran parte de la población no termina sus estudios. ¿Qué pasa entonces? ¿Se debe a una falla por parte del sistema educativo o es la población la que muestra renuente a estudiar? Ambas cosas.
Desde el periodo revolucionario (1910-1917), la educación quedó en un segundo plano, mucho menos importante que la guerra que se libraba entre los campesinos y los soldados porfiristas.
La educación en el periodo revolucionario.
¿Qué podrían haber pensado acerca de la educación aquellas personas que peleaban con un propósito incierto? La gran mayoría eran analfabetas (no sabían leer ni escribir) debido a que, en aquel periodo de tiempo, se requería mano de obra en las milpas de maíz y demás cereales, o se requería de los jóvenes para ayudar a mantener la economía de la casa, ya que los sueldos eran miserables e insuficientes. ¡Mandar a un hijo a la escuela resultaba ser una tarea innecesaria y absurda!, sin embargo, eh ahí el nacimiento de uno de los más grandes errores que puede cometer un mexicano: subestimar y desperdiciar oportunidades de crecimiento.
Sin embargo, en el proceso de la lucha armada no todo estaba perdido, pues, las mentes que lideraban el movimiento revolucionario ya ideaban qué hacer para que la educación llegase a todos y cada uno de los rincones del país. Ellos pensaban en crear la “Escuela popular”.
¿Qué era la escuela popular y para qué serviría?
Antes de que la Revolución Mexicana explotara, el pueblo mexicano mostraba un sentimiento nacionalista (quizá arraigado por sus padres, abuelos y bisabuelos a causa de las constantes intervenciones que la nación vivió), además de  una proyección social inquebrantable, es por eso que desde 1890, en el Congreso Nacional de Instrucción Pública se hablaba ya de esta nueva escuela, la cual tendría como tarea principal, llevar la educación a todo el país, con ideas de libertad y unidad.
Era una labor difícil, llevar la educación a las personas que no estaban familiarizadas con un aula de clases, y ni siquiera hablemos de tener hábitos lectores, por el simple hecho de no saber leer ni escribir. Todos esos años fueron fundamentales para moldear a la población que posee México hoy en día. Eran personas que, de manera violenta, exigieron sus derechos a un régimen opresor, que gustaba de mantenerlos en el oscurantismo para poder doblegarlos fácilmente.
Leonardo Gómez Navas (1982) nos dice:
            Si la Revolución Mexicana busca la justicia social es lógico pensar que la educación debe poseer esta característica y contribuir a formar a las nuevas generaciones dentro de esta filosofía, por consiguiente, el contenido educativo y su organización deben coincidir con los propósitos de la Revolución. Si esta es popular, debe serlo también la educación, que deberá estar al servicio de las mayorías y constituirse en un instrumento de lucha contra el estancamiento económico, político, cultural y social en que vive nuestro pueblo, la educación debe despertar las conciencias de los hombres para liberarlos. Este y no otro debe ser su propósito.
El reto era animar al pueblo a educarse. Si el pueblo se educaba, quizás se podrían erradicar muchos de los problemas que atormentaban a la población (vandalismo, abuso por parte de los patrones, etc.), lastimosamente, hasta la actualidad, no se han logrado vencer dichas problemáticas. ¿Por qué? Porque el pueblo sigue sin educarse.
La Comisión de Enseñanza Elemental Obligatoria estableció que “un Sistema de Nacional de Educación Popular vendrá a realizar la verdadera unidad del país. Esto es muy importante, pero más importante, más trascendente, será la que procure la igualdad de la cultura”.
Podemos observar que la misión de la Educación Popular era maravillosa desde el punto de viste teórico, pero, en la cotidianidad del 2019, ¡más de un siglo después de que se planteó, sigue sin llegar a hacerse realidad! Aun hoy es altamente visible que no hay una igualdad en la cultura, se siguen discriminando a los indígenas, las clases adineradas tienen oportunidades que la gente de clase media no puede ni imaginar, la educación no es la misma para todos, existe la escuela privada que supera por mucho a la pública (en cuestión de infraestructura, clases adicionales).
Entonces, ¿realmente dieron fruto las ideas gestadas en torno a la educación en el proceso revolucionario?
A simple vista, el resultado es difuso, porque, por un lado, la población mexicana no se acercó a la educación, no se interesó por dejar de ser analfabeta, y esas decisiones repercuten hasta nuestros días, porque somos una nación sin hábitos lectores; somos una población con esperanzas de obtener muchas cosas (dinero, prestigio) sin arriesgar, sin esforzarse, sin querer luchar para ganar.
Pero, por otro lado, el legado más grande que dejó la revolución fue la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y con ella, el artículo 3°, el cual, sería emblemático para el universo educativo. Esa es, en resumen, el premio por la lucha incesante entre clases, el derramamiento de sangre y el destrozo de un país desde las entrañas.
La educación en los años posrevolucionarios.
Si bien, la educación había pasado a un segundo término durante la guerra civil ocasionada por el movimiento revolucionario, cuando esta terminó, la educación permaneció en un segundo plano. Reconstruir una nación no debe de ser tarea fácil. Pero, a partir del 5 de febrero de 1917, existía ya un documento que daba amparo a la población para que tuviera la oportunidad de tener una educación académica, bajo los principios filosóficos de laicidad y gratuidad.
Una vez asentado un gobierno “estable”, todos aquellos aspectos considerados como “no tan importantes” fueron examinados. Entre ellos estaba la educación.
Puedo decir que hemos tenido suerte, al contar con hombres que han marcado diferencia positiva en la sociedad, que se han preocupado por los demás y no del todo por sí mismos, y han forjado el inicio de caminos que aun transitamos. Uno de esos hombres fue José Vasconcelos, el apóstol de la educación. Que si bien, no fue perfecto, planteó las bases del Sistema Educativo Mexicano actual, al ser gran influyente en la creación de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el 3 de octubre de 1921; la cual, él mismo dirigió.
José Vasconcelos fue también un líder, y haciendo gala a su apodo, tuvo la gran idea de propagar el amor por la lectura a todos los rincones de México. Solía pensar que la lectura podía rescatar a aquellas personas que estuviesen inmersas en la barbarie. Y, a mi gusto, tiene razón. Sin embargo, como les sucede a muchos dirigentes, su estrategia no estuvo bien diseñada.
No bastó, no basta y posiblemente no bastará con que la gente tenga acceso a la literatura, si no tienen el más mínimo interés en ella. Es como cuando un niño tiene a su alcance varios juguetes. Así tenga el más bonito, novedoso, colorido y estimulante, si a él le gusta jugar con un palo y una piedra únicamente, no habrá poder que le haga cambiar de opinión. Lo mismo pasa con la población mexicana; uno de los pretextos más grandes con el cual la gente se excusa para no leer, es que los libros son caros, cuando hay infinidad de bibliotecas públicas que prestan cuadernillos sin cobrar ni un solo peso.
Vasconcelos también creía que la educación era el medio para la liberación humana de las creencias impuestas. ¡Tenía razón!, porque un hombre que se educa, tiene la oportunidad de elegir en qué creer, no se le son impuestos dogmas sin saber el porqué de las cosas.
El papel que tuvieron los profesores del México posrevolucionario fue fundamental para que la nación tuviera tintes de lo que es ahora. Fueron las maestras y maestros mexicanos los encargados de llevar a los campesinos habitantes de regiones apartadas de las ciudades educación, tanto para niños como para grandes. Tan solo de 1921 a 1940, el 70% de los niños entre seis y diez años fueron inscritos a primarias.
Pero, como es bien sabido por nosotros, los alumnos normalistas, ser profesor va más allá de estar presentes en el proceso de enseñanza-aprendizaje; ser profesor involucra interactuar con los alumnos de manera más cercana, con su entorno, y al tener contacto con los padres, que, en las décadas de los 20´s, 30´s, y 40´s eran campesinos u obreros en su mayoría, se debía de velar también por estos, para que se liberasen de los fanatismos religiosos, del alcoholismo, los juegos de azar, el consumo de drogas, y se fomentara el trabajo. Porque sí, el ser docente en un inicio también suponía ser especialista o al menos tener conocimientos básicos sobre agricultura, ganadería, y hasta albañilería. Esto, a mi ver, debería de regresar a los programas de estudio de la Educación Normal, pues nadie está exento de  ir a trabajar a una región en la que aun haya problemáticas y necesidades de este tipo.
La centralización del sistema educativo.
            Regresando al punto en que José Vasconcelos dirige la SEP, su idea de centralización de la enseñanza primaria, fue el inicio de lo que sería un proceso tormentoso para muchos. Y, aunque la idea del apóstol de la educación no era atar de manos a los estados, sí tenía la intención de delimitar los campos de acción de cada uno.
            Fue la lucha por el poder, y el pensamiento nacionalista de los gobernantes de la década de los 30´s, la que hizo que la palabra “centralización” obtuviera ese tinte macabro que nos transporta hasta la Rusia comunista, gobernando a la Unión Soviética, y, la realidad de México no estaba lejos de lo que nuestros hermanos orientales estaban por vivir. En México, el poder ejecutivo desconoció al legislativo, y mediante los sistemas educativo y militar, intentó controlar a los campesinos, obreros y sectores populares.
            La educación se “homogeneizó” en teoría, y, aunque a simple vista pareciese que no tiene importancia aquello, si se analiza, es uno de los errores más graves que se pudieron haber cometido en materia educativa. ¿Por qué? Porque todos los estados de la república cuentan con un contexto diferente, la gente presenta una cultura distinta, las necesidades de un estado son inversas en algunos casos a los de otro estado, etc.
            Pero no todo fue malo. Los docentes tuvieron demasiado trabajo. Inclusive, se incrementó la plantilla laboral de maestros y las escuelas primarias se propagaron.
            Fue durante los gobiernos de Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho, que el interés por una unificación gremial de los trabajadores de la educación tuvo una oportunidad de hacerse realidad, para que así se evitaran los problemas por competitividad negativa y representación. Luego de un proceso arduo de negociación, el SNTE fue establecido como la organización titular de los trabajadores de la educación en diciembre de 1943. (Loyo, 1999).
La educación durante el milagro mexicano.
            A partir de 1940 México tuvo un crecimiento económico sin precedentes. La industrialización provocó que gran parte de la población abandonara su hogar en los campos y emigrara a las ciudades en búsqueda de mejores condiciones de vida. A su vez, las industrias requerían mano de obra calificada, capaz de operar maquinaria y de adaptarse a la estresante vida urbana. De esta manera, la Ciudad de México se convirtió poco a poco en la megalópolis que es hoy en día. 
            Del total de escuelas, 16,953 eran rurales, es decir, el 78.35%, y sólo 297 (el 2%) tenían una organización completa (contra el 55% de las urbanas), así es que la matrícula rural era sólo del 38%, cuando el 78.1% de la población total del país en 1940 vivía en áreas rurales. ¡Son datos nefastos! Una organización completa en una escuela de 1946 puede entenderse como: director, maestros, y pidiendo demasiado, un ayudante general. ¿Por qué ocurría esto? Porque en el país, y sobre todo, en las ciudades, se crea la nueva modalidad de la Educación Secundaria, la Técnica, y se requirieron de maestros para hacerlas funcionar.
            La Escuela Secundaria Técnica fue, en su tiempo, una de las innovaciones que más resultados positivos dio a la sociedad mexicana. En ella, los alumnos aprendían a “moverse” en el sector industrial, egresando como técnicos en…; hoy en día, la función de las Secundarias Técnicas queda a la imaginación y consciencia de cada uno de nosotros, porque no se aprende nada diferente a lo que se aprende en una Secundaria General, la cual, también cuenta con talleres, en donde los alumnos aprenden un oficio. Con la mal llamada Reforma Educativa, y el nuevo Plan de Estudios 2018, que los talleres se transformaran en Club, para mí, fue el golpe final entre las diferencias que existían entre una modalidad de secundaria y otra. Son lo mismo. Solo varía el uniforme, ya que en Secundaria General es verde militar, y en Secundaria Técnica es marrón a cuadros.
La educación rural se abandonó por un tiempo, y las mujeres jugaron un papel fundamental en la recomposición de las escuelas rurales, ya que cada vez era mayor el número de ellas que se instruía e ingresaba al sistema educativo de manera asalariada. Que tomaran la pala y el salpa pico, es uno de los momentos más emotivos de la historia en México, ese es el feminismo real, aquel que no exhibe de manera bochornosa la capacidad de las mujeres, sino el que las engrandece, el que nos hace ver lo fuertes que somos. Las maestras que instruyeron a sus alumnas en los campos de cosecha de maíz merecen todo el respeto, y si ya no se encuentran vivas (la posibilidad de que las maestras que laboraban en 1940 sigan con vida es muy alta), hasta donde se encuentren, una afectuosa palabra de cariño para ustedes de mi parte.  
Otra cosa a resaltar, es que durante el llamado “Milagro mexicano”, se dio lo que se conoce como “Educación socialista”. Y si la centralización nos hacía pensar en la Unión Soviética de manera fugaz, la palabra “socialista” asustaba de manera permanente a los gobiernos de aquel entonces. Sin embargo, Cárdenas, tenía otras ideas en mente cuando decidió reformar el artículo 3° constitucional.
La educación socialista buscaba que en las escuelas se implementara el mismo tipo de conocimiento para todo. Se pretendía que el sistema normalista se robusteciera para que ellos, los normalistas, fueran los encargados de impartir clases tanto en el contexto urbano como en el rural.
Es en este periodo de la historia de México que las escuelas normales adquieren una importancia sin igual, una importancia que hasta el presente sexenio no han vuelto a tener. Y es que, seamos honestos, las escuelas normales y sus egresados son los únicos con la capacidad de atender como se debe a los alumnos en los distintos niveles educativos, desde preescolar hasta secundaria y quizás bachillerato.
Incluso en la actualidad, no puede compararse la didáctica de un docente que tiene una formación profesional acreditada por una universidad, y un normalista, formado y con experiencia en un salón de clases, capacitado para atender, en mi caso, a adolescentes. No es lo mismo, porque los docentes que no fueron normalistas, no se prepararon para tratar con personas, a ellos se les preparó para trabajar con máquinas que reaccionan de manera predeterminada, y hasta en el caso del médico, ellos conocen qué hacer cuando cierta enfermedad ataca al organismo, pero, nosotros los maestros, no tenemos garantía alguna de cómo reaccionaran nuestros alumnos en el proceso de enseñanza-aprendizaje. E inclusive con formación normalista, a veces nos topamos con casos de alumnos que exceden nuestro nivel de preparación, que nos hacen crear un conflicto cognitivo, y nos hacen reflexionar sobre nuestra práctica, para que en futuras ocasiones, actuemos de mejor manera en la práctica docente.
La Normal nunca podrá ser sustituida, y, tengo la esperanza de que en la presente organización del gobierno, se arreglen problemas que se han ido arrastrando desde hace décadas, como la falta de recursos, de infraestructura, y se avance hasta que los alumnos de Normal reciban y gocen de los mismos derechos que los alumnos de universidades, al fin y al cabo, de los normalistas depende que los niños y adolescentes, que son el futuro de México, reciban una educación a su altura.

La descentralización del sistema educativo.
A partir de 1973 se inició el periodo de descentralización de la educación. Una de las decisiones más importantes y prudentes en la historia del sistema educativo mexicano. Cada uno de los estados contó con una subsede en su respectiva capital, y, eso facilitó la vida de todos aquellos que laboran en el sector educativo.
Por ejemplo, imaginemos que se me presenta un problema estando ya en servicio, el lugar al que debo acudir para hacer los trámites correspondientes es Pachuca de Soto, al ser la capital de Hidalgo, y ya no ir hasta la Ciudad de México, capital del país.
Aunque el ejemplo anterior muestra un problema simple, llevarlo a la práctica puede llevar horas de burocracia innecesaria.
Es bueno, por donde veamos y analicemos que la educación se haya descentralizado, porque, como lo mencioné anteriormente, los estados muestran diferentes necesidades, porque los contextos y las culturas son diferentes. La descentralización permite que los programas se adecúen. Y para el estado, es más fácil pagar a los maestros de forma estatal que nacional.
Al descentralizarse la educación, muchos de los rangos que anteriormente existían dentro de la organización de la SEP fueron cambiados.
 Tal como señala Covarrubias:
Si bien se trató de un proceso interno que no implicó la distribución del poder a órganos autónomos, la desconcentración educativa promovida por la creación de estas delegaciones generales, significó una redefinición de la estructura decisional y en consecuencia una redistribución del poder mismo [...] Se modificaron esquemas al nombrar un delegado del Secretario de Educación Pública en cada entidad federativa, que se constituye en la máxima autoridad educativa federal en el estado, lo que supuso subordinar a esta figura las autoridades de cada uno de los niveles educativos desconcentrados. Con ello se propició la reordenación de las relaciones entre las autoridades tradicionales de cada región con el centro y se multiplicaron las negociaciones, haciéndose a la vez más complejas y conflictivas (Covarrubias, 2000).
Sea como sea. La descentralización de la educación, reforzó la visión de autonomía de los estados de la república, y eso está bien, siempre.
La educación durante el sindicalismo mexicano: El papel del SNTE en la educación.
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es uno de los sindicatos con más presencia en el territorio nacional. Si bien, presenta un sinfín de problemas (corrupción, vacíos de poder), está claro que representa la defensa de millones de maestros en México. Desde su creación, ha sido el interlocutor principal del gobierno en la formulación de las políticas que se aplican al sistema de educación básica.
En la actualidad, el SNTE es el encargado de defender los derechos e intereses de los maestros de México.
Con la misión de representar, defender y reivindicar los derechos y conquistas de los trabajadores, impulsar desde su ámbito, con liderazgo, pasión e inspiración, una educación pública de calidad con estricto apego al contenido filosófico del artículo 3° constitucional, el SNTE no debe de ser visto como una institución, sino como un grupo de personas que se levantan día a día desde temprano siempre con una ilusión: ver desarrollar las capacidades de sus alumnos para que, en el futuro, sean ellos los que sigan trazando el camino de México hacia un estándar mejor al actual. Regidos siempre con los valores de unidad, honestidad, vocación y disciplina.
La misión del sindicato en México es la de ayudar, y si se trata de ayudar a los estudiantes, espero que siempre se obtengan los recursos, humanos y económicos para solventar los problemas.
Ya se han visto los resultados de esfuerzos estudiantiles sin el apoyo de una organización que los apoye, y, de corazón espero que no se repitan las atrocidades cometidas en las décadas de los 60´s, en donde alumnos y obreros, perecieron a la sombra de los militares solo por exigir su derecho a una mejor calidad de vida, de estudios y de trabajo.
Lo que es cierto, es que la misión de todos, alumnos, docentes, normalistas, profesionales, es velar y sobre todo actuar, para que todo aquello que vivimos en el pasado, sirva de experiencia para mejorar.
Conclusión:
Habiendo revisado los temas anteriores, es hora de dar respuesta a los cuestionamientos planteados en la primera parte de este documento.
¿Por qué México no es una potencia educativa como lo son Japón y los países nórdicos? Mi respuesta es, porque no se tienen los recursos, tanto en infraestructura, como humanos, culturales y demás para poder enseñar y aprender como ellos. No todo es culpa de los maestros y no todo es culpa de los alumnos, pero es cierto que, nuestra sociedad tiene tintes únicos, diferentes a los de cualquier otra nación en el mundo, es por eso que no somos una potencia, porque a lo largo de la historia, nos hemos dedicado a copiar modelos educativos y no a diseñar uno que atienda nuestras necesidades de manera eficaz y eficiente.
 ¿Por qué la población mexicana casi siempre se ve envuelta en oleadas de crimen, mediocridad y  estancamiento económico?
Podría decirse que los malos hábitos se quedaron grabados en nuestro ADN, aunque es un pretexto, porque el querer es poder. Los mexicanos nos encontramos donde estamos porque hemos querido. No nos gusta leer, no nos gusta escribir, no nos gusta ser personas cultas, no nos gusta ir a la escuela. La nobleza de Vasconcelos le hiso creer que acercando los libros a la población, mejoraría su calidad de vida. Su sorpresa fue que a nadie le interesaba leer, y ese maldito fenómeno se sigue viendo hoy en día. En pocas palabras, repito, el mexicano está como está porque quiere.
¿Acaso todos los problemas de México tienen que ver con la mala educación que hemos recibido desde tiempos inmemorables?
En parte sí. Las familias de nuestros antepasados han sido las culpables de no inculcar una buena educación, y los hábitos de lectura y escritura, el amor por la ciencia y la tecnología, y no los juzgaré, porque sus razones tenían para no mandar a sus niños a la escuela, pero, su error fue que nunca salieron de su pequeña zona de confort, que nunca se preocuparon por ver más allá, por levantar la cara y ver que la educación ofrece libertad. Entonces sí, mi respuesta es que la mayoría de los problemas en México se deben a una mala educación. ¿Qué esperamos hoy para dar lo mejor de nosotros como estudiantes, como profesores?
Referencias bibliográficas:
           
Civera, Alicia. La Revolución y su proyecto de formación de maestros y maestras normalistas rurales.
Santibáñez, Lucrecia. (2007). Reforma educativa: el papel del SNTE. México D.F. Revista mexicana de investigación educativa
 Loyo Brambila, Aurora. Sindicalismo y educación en México: las voces de los líderes.

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